Parece que la casualidad se empeña en hacer de las suyas, confabularse con trasgos y espíritus diversos y darnos motivos para creer que todo es posible, que la energía fluye y el otoño hay que celebrarlo como alivio para un buen descanso. De manera que todos estos pensamientos y sus conclusiones positivas tienen como referente el dulce recuerdo del tronco de castañas de Chabela que, cada otoño, aparecía con aquel primor sobre una bandeja vestida con blondas y aunque este año no pueda hacerlo, como era su costumbre, nos ha dejado la receta manuscrita que otra Isabel, de la familia, le pasó a ella… Así es la vida, se transfiere en manifestaciones enormemente pequeñas que a poco que estemos atentos nos traen mensajes.
Este año el bosque de Bolao, nuestro bosque de Selva Asturiana nos ha dado una buena cosecha de castañas y avellanas, ingredientes para elaborar este manjar y puesto que la receta original sugiere la posibilidad de sustituir este último ingrediente por almendras o nueces, haremos un bosque con varios troncos. Sólo troncos desnudos con regusto de almendra, oscuros troncos rugosos con sabor a nuez, suaves y redondeados con gusto a avellana, un bosque mágico para el paladar y, en nuestro caso para el recuerdo.