Particularmente pensado para que el tiempo se detenga a sus puertas. Estaría bien organizar un rincón para que las visitas en vez de dejar colgados sus abrigos lo hicieran con sus relojes, algo se nos ocurrirá… Mientras tanto vamos organizando nuestra pequeña biblioteca, libros para acompañarnos mientras el resto del grupo está en otra cosa, lecturas para recordar aquel párrafo que nos entusiasmó, libros que nos llevan y nos traen, lecturas para disfrutar al aire libre, libros para leer a nuestros hijos…¡LIBROS!

 

 

Entre los libros hemos colocado dos piezas rescatadas del Pozu de la Mina. Nos imaginamos que alguna vez estuvieron en una mesa conteniendo chocolate caliente y espeso en las tardes de invierno, jarras que resguardaban la leche templada para tomar con unas galletas en la merienda. Aquella leche que al enfriarse tras hervirla formaba una gruesa capa de nata, ingrediente fundamental con el que se harían bizcochos dorados al horno. Esas dos piezas tienen una historia que, aunque desconocemos, nada nos impide fabular acerca de ella.

 

 

Los libros, las jarras y el pequeño bosque que forman los brotes de roble, plágano, laurel… sobre las recias cajas de madera…  hacen que este bosque sea particular…

 

 

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