El cine, la literatura y el arte en general, unidos a mitos y leyendas, han convertido a las arañas  en seres siniestros habitantes de lugares lúgubres y es,  esa «etiqueta», lo que nos ha llevado a ignorar la importancia que tienen para la salud de los ecosistemas, en particular, y de la vida  en general.

  • Las arañas son animales autorregulados su reproducción y permanencia en los sitios, depende de la cantidad de comida disponible para ellas.
  • Son consumidoras de su propia especie, con lo cual los animales más fuertes eliminan un número de ellos que no se requieran para el equilibrio de los ecosistemas que habitan.
  • Se estima que una araña puede comer hasta 2.000 insectos en un año, incluidos los mosquitos que pueden transmitir enfermedades mortales como el virus Zika, el virus del Nilo Occidental, la malaria, el dengue y la fiebre amarilla
  • Sirven como indicadores ecológicos de la correcta o deficiente situación medioambiental de los ecosistemas.

Las arañas, pese a su mala reputación, parecen esenciales para la regeneración de la vida tras un incendio forestal, ya que son unas de las primeras colonizadoras de estos espacios arrasados permitiendo, con su presencia, la llegada de nuevas especies de animales y plantas. Aunque las especies autóctonas, más especializadas, mueren por efecto de las llamas, nada más apagarse los rescoldos del fuego «hay un batallón de arañas oportunistas» que acuden al bosque quemado. Se cuenta que lo primero que encontraron los exploradores tras la explosión del volcán Krakatoa, fue una araña.  Y es que los arácnidos «se dispersan muy bien» porque, aunque no vuelan, hacen «parapente» subiendo a un lugar alto donde hay corrientes de aire, desde allí «emiten un pequeño hilo de seda que hace las veces de vela y planean con ella, desde unos metros, que es lo más habitual, hasta cientos de kilómetros».

De esta manera, llegan a los bosques arrasados a la vez que algunos insectos que les sirven de comida. Esta circunstancia les permite prosperar y ser, a su vez, alimento de otros animales como aves, reptiles, anfibios y pequeños mamíferos, que dispersan semillas y polen, facilitando la entrada de nuevas especies en el ecosistema y, con ello, su recuperación. «Las arañas no regeneran el bosque, pero contribuyen a que empiece la vida de nuevo porque son muy resistentes y capaces de sobrevivir en estos ambientes» tan difíciles.

Fuentes y Fotografías:

  • ecolocal.es/medio-ambiente
  • www.revista.unam.mx
  • google.com

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