(Tras la lectura de un artículo editado por Luis Mario Arce en La Nueva España)
Los mirlos y los zorzales, (ñerbatos y malvises) son pájaros constructores de bosques que se alimentan de los frutos carnosos de los árboles en otoño e invierno, lo hacen aprovechando la pulpa y expulsando a través de sus excrementos la semilla. El acebo, el tejo y el espino albar son los beneficiarios de este ciclo natural aunque tampoco los únicos. Un equipo de científicos de la Facultad de Biología de la Universidad de Oviedo con Daniel García a la cabeza ha realizado en los últimos doce años un estudio que convertido en materia de tesis doctoral por Daniel Martínez corrobora esta labor de construcción.

Mirlo común
Zorzal común
Petirrojo (papina)

“El resultado del trabajo demuestra que en los espacios con mayor diversidad de aves dispersoras (donde los mirlos se unen al petirrojo europeo y las currucas), los procesos de dispersión son más completos, llegan más semillas a cualquier punto y cubren el ambiente de forma más homogénea”. “No obstante el papel de las aves sería baldío si el concurso del denostado matorral, los brezos y los tojos o
cotollas…Las aves pueden sacar las semillas fuera del bosque, pero el crecimiento del nuevo árbol depende de que haya otras leñosas que las protejan del pisoteo y del ramoneo del ganado” Un mecanismo que se repite en los ecosistemas forestales de otras regiones templadas del planeta. La recolonización del bosque está condicionada por el paisaje..”por la masa forestal, su grado de fragmentación y su aislamiento con respecto a otras masas forestales, así como la diversidad y la cantidad y calidad en la dispersión de las semillas.
Utilizando este “servicio eco sistémico” se podría llevar a cabo una reforestación pasiva,…”Aportando unos pocos árboles con fruto y dejando de limpiar esa zona de brezos, al cabo de quince o veinte años, genera bosque” “Es mucho más difícil recuperar el bosque donde hay una mancha forestal con prados
alrededor que si hay un bosque, brezales y en medio dos o tres espinos con fruto”. 
No se trata sólo de explotar, sino también de garantizar la continuidad de los servicios que proporcionan los bosques, servicios vitales como la conservación de los suelos, el mantenimiento de los acuíferos y la captación de carbono de la atmósfera. 

Acebo en el Bosque de Bolao (Llanes-Asturias)

« El acebo, para los celtas, era un arbusto sagrado que utilizaban en el solsticio de invierno (día 22 de Diciembre) para atraer suerte y prosperidad. Este árbol sagrado era denominado Tinne, guardián de la sabiduría durante la época oscura del año, el invierno. Es un árbol que ayuda a crecer interiormente y como dice la leyenda no se le puede engañar o mentir, es el arquetipo de sinceridad. Esta creencia, viene de los druidas que construían sus varitas con ramas de acebo que eran empleadas en sus juicios como testimonio mudo de la presencia de la verdad. (Desde que el acebo pasara a ser especie protegida, poco a poco el muérdago ha ido sustituyendo al acebo en la decoración para la fiesta de Navidad, al igual que el acebo es originario de Europa y la mayor diferencia entre ambos es que las bayas (bolitas) del muérdago no son rojas sino blanquecinas)»

El petirrojo (papina en llaniscu) es un pájaro insectívoro muy fácil de distinguir, debido al color rojo anaranjado que adorna, tanto su pecho, como su frente; el lomo es pardo y el vientre de color blanco grisáceo. Como característica habitual de los pájaros insectívoros, su pico es fino, siendo el petirrojo un pájaro de apariencia “nerviosa” que mueve continuamente cuerpo y cola, arriba y abajo. «Cuando nacen los pollos del petirrojo, el macho alimenta a la hembra en el nido; ésta se encarga, a su vez, de alimentar a las crías.»

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