«La facultad de ver montañas no puede desarrollarse ni por vanidad ni por afición a los ejercicios musculares, depende exclusivamente de cultivar, poniendo alma e inteligencia y el sentido de la vista»…»¿No amáis las montañas? ¿No son vuestras amigas las montañas? Una montaña se ve en el horizonte sobre el cielo límpido, es una imagen que se graba en nuestra alma y que en ella reposa durante tiempo y tiempo. En la montaña no hay ningún estrépito que turbe el silencio. Este sosiego, mejor dicho esta seguridad e el sosiego, esta certidumbre de nuestra paz y la paz del paisaje no será turbada .¿No vale más que todos los placeres que puedan ofrecernos las ciudades?»
Verde y azul
«A la montaña se va por instinto (…) Decía Marañón que el instinto obedece a motivos profundos que buscan su información y orientación en la raíz misma de la vida. Y por eso no se engaña jamás. El instinto tiene su cerebro, que trabaja y ordena sin que nosotros lo sepamos. Y este cerebro del instinto siempre tiene razón» Y la esencia de ese instinto es que lo seguimos independientemente de la razón, para crear y para destruir, aunque en este último caso y en numerosas ocasiones la naturaleza supera, con su poder creativo el instinto destructor del hombre.
Subida al Picu Castiellu
«Desde aquellas vaguadas pueden admirarse hermosísimas brañas, bosques de hayas, robles y pinos y en sus serenas cumbres las nieblas y las nubes ponen broches casi permanentes. Desde arriba el paisaje astur nos nos ofrece gratísimas tonalidades de color. Los prados verdes se suceden con matices diversos y las plantaciones se multiplican sin cesar…Y la marina nos presenta la lejanía del horizonte azul, en donde la vista se pierde soñando rasgar su misterio con brincos de imaginación»
Lejanía del horizonte
Fuentes.- Sierra del Cuera, Luis Díez Tejón
Fotografía.- Selva Asturiana
