Una jungla en el paraíso
Los visitantes de un bosque de Llanes pueden recorrerlo a vista de pájaro
Llanes, José M. REQUENA En el oriente asturiano, a escasos dos kilómetros de Llanes se encuentra un reducto selvático en el corazón de Asturias: 75.000 metros cuadrados de vegetación autóctona que trasladan inconscientemente a otros lugares. «Hay ocasiones en las que no sabes si estás en Asturias o en Costa Rica», enfatiza Juan Guitián, propietario de Selva Asturiana. Gracias al microclima húmedo que crea la capota de los montes cercanos, en este bosque típicamente atlántico proliferan decenas de variedades de musgos y helechos, acompañados de avellanos, robles, castaños y abedules. En medio de este idílico paisaje, Juan Guitián aprovechó una antigua explotación maderera familiar para crear este centro de aventuras en la más salvaje naturaleza. «No es extraño estar paseando por nuestro bosque y que se cruce algún corzo o jabalí», asevera Guitián. De hecho, a lo largo de todo el paseo programado es habitual encontrar huellas de diferentes animales, así como sus lugares de descanso. El factor diferencial de este viaje por la naturaleza, como explica el propio Guitián, es que «no es lo mismo mirar un bosque que verlo». Por ello, ofertan la posibilidad de realizar este paseo acompañado de monitores de la empresa que hacen la labor de guía, complementando con sus explicaciones el ya de por sí sorprendente recorrido. Antiquísimas simas, límpidos arroyos, piedras calizas e incluso una antigua mina reconvertida en lago son los principales recursos naturales que atesora Selva Asturiana.
Sin embargo, la oferta más llamativa de este bosque es la mezcolanza entre la calma de la naturaleza y la adrenalina de la aventura. La opción más singular es aquella que permite conocer el bosque desde las alturas, como un ave o un primate pudiera hacerlo. Pasear entre las copas de los árboles y atravesar de una a otra por un recorrido que apela al atrevimiento de los presentes, es solo el inicio. Una tirolina de más de 100 metros de longitud que te mantiene casi medio minuto en el aire es el principal atractivo del parque. Eso sí, la seguridad impera por encima de todo. El recorrido, único homologado en Asturias, dispone de un sistema de línea continua en el que el participante está todo el tiempo sujeto con un arnés, enganchado con un mosquetón a un cable de acero del que únicamente se podrá salir una vez terminado el recorrido completo. «El entorno es una pasada, pero lo que más valoro es la seguridad», afirma Luz Mar Rodríguez, quien acompaña a su hija Mara Fernández, de 11 años que repite experiencia «es muy emocionante y además no hay agobio de gente», recalca.
Otras de las actividades de las que se puede disfrutar en el parque es una batalla de láser tag. Este juego de estrategia tiene gran similitud con el paintball aunque con la ventaja de que los impactos son inocuos, no produciendo ningún tipo de dolor ni de mancha, lo que permite jugar en este incomparable paraje natural, sin prejuicio para la vegetación que lo rodea.
Además, Selva Asturiana ofrece cursos de orientación en el bosque, clases de tiro con arco para principiantes y, tras la última reforma del recinto, un parque infantil que permite a los más pequeños disfrutar de gran parte de las experiencias de las que dispone el recinto pero a escala más pequeña, con un riesgo mucho menor.
La última de las sorpresas está a la entrada del recinto, donde se encuentra el edificio que lo preside y que logró el primer accésit del Colegio de Arquitectos este año.